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Deliciosos macarrones gratinados, lasaña italiana, fondue francesa, tequeño venezolano, tarta de queso japonesa… El queso es parte fundamental de diversas culturas gastronómicas.
Ya sea que se sirva como parte de una receta como esta o en una deliciosa tabla de quesos con vino, estamos entre aquellos que nunca comen demasiado queso. Me encanta el rico sabor elaborado con queso de cabra y el queso tierno elaborado con queso de oveja. En cualquier caso, el queso es indispensable en nuestro hogar.
Algunos quesos pueden desarrollar moho rápidamente o perder su humedad y sabor incluso después de guardarlos en el refrigerador. Como ocurre con cualquier alimento, la primera opción que nos viene a la mente es congelar… ¿Se puede congelar el queso?
La respuesta más sencilla es sí, pero ten cuidado. Dependiendo del tipo de queso puede contener pan rallado, así que ojo.
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¿Qué tipos de queso se pueden congelar?
Como dije antes, todo depende del tipo de queso. Tanto la textura como la cantidad de agua son las claves del éxito.
En el mundo de los congelados hay que tener claro que cuanta más agua, peor será el almacenamiento y posterior resultado del producto.
Por ello, por ejemplo, no se recomienda congelar queso fresco, que tiene un alto contenido de agua y una textura húmeda. Además, cuando se guarda en el congelador, tampoco contiene el suero que forma el queso, lo que da como resultado un queso sin consistencia. Esto se debe a que temperaturas tan bajas sólo pueden destruir la estructura del queso.
Los mejores quesos para congelar son los quesos duros o los quesos en bloque (como se les suele llamar). Este grupo produce quesos de textura más dura, como los quesos semicurados.
No causa ningún daño almacenar quesos como Emmental, Edam y Gouda en el congelador. Este queso es resistente a las bajas temperaturas y su aroma y sabor se mantienen casi inalterados incluso después de descongelarse.
Los quesos añejos, que pierden parte de su sabor y a menudo adquieren una textura quebradiza, también son algunos de los mejores quesos para congelar. De hecho, lo mejor es guardarlo a temperatura ambiente.
Debido a que la textura no es muy flexible, se seca cuando se coloca en el congelador y tiende a desmoronarse cuando se corta. El aroma puede perder algo de fuerza y el sabor puede no ser tan fuerte como inicialmente.
El queso manchego curado o semicurado es uno de los quesos incluidos en este grupo.
¿Qué queso no se puede congelar?
Por norma general no se recomienda congelar el queso, pero hay algunos tipos de queso que conviene evitar.
Como se mencionó anteriormente, los quesos con un alto contenido de agua son peores para almacenar en el congelador. El queso fresco, la mozzarella, la moderna burrata y ricotta, el queso feta de las ensaladas griegas, el queso marcapone y el famoso queso de Burgos se desechan para congelar.
De hecho, se echa a perder más rápido incluso cuando se guarda en el frigorífico.
A la lista de quesos que no se pueden congelar se suma el clásico queso crema, que suele utilizarse como base para canapés, tostadas y tartas de queso, así como pastas blandas como el brie y el camembert.
Este último no está congelado. Si lo congelas, perderá completamente su textura, por lo que su almacenamiento prolongado será inútil.
Por último, los quesos estilo Cabrales y Roquefort también contienen setas, por lo que no se recomienda meterlos en el congelador. La estructura no se ve muy afectada, pero el sabor puede cambiar tanto como la textura cremosa característica.
¿El queso congelado lo estropeará?
Como hemos visto, el queso congelado pierde más o menos parte de su sabor y aroma. De manera similar, las texturas se ven afectadas en todos los casos. Para un mejor almacenamiento en el congelador, recomendamos lo siguiente:
Congelar queso en tandas te permite descongelar la cantidad exacta cuando quieras usarlo sin dañar el resto.
Evite guardarlo en su embalaje original o envolverlo en la primera capa de papel de aluminio. Lo que queremos es crear una especie de capa protectora para que no se oxide.
Una vez envuelto en papel de aluminio, colóquelo en una bolsa clásica con cierre para congelador. En este momento, tenga cuidado (en la medida de lo posible) para que no quede aire en la bolsa.
Descongelar el queso debe ser un proceso lento para evitar un mayor deterioro de su estructura. Saca el queso del congelador el día anterior y déjalo descongelar lentamente en el frigorífico. ¡Es así de fácil!
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