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Leyenda, cuando el hígado deja de “filtrar” sustancias tóxicas, éstas eventualmente pueden llegar al cerebro. Información del artículo Autor, Andre Viernas Título del autor, BBC News Brasil
22 minutos
De un momento a otro, una persona comienza a sentirse cansada, confundida, somnolienta y desorientada.
A primera vista, estos síntomas parecen indicar que algo anda mal en el cerebro y que la demencia está progresando.
Sin embargo, para un número importante de pacientes, estas molestias están asociadas con problemas en otra parte del cuerpo: el hígado.
Aunque la encefalopatía hepática es menos conocida, ha llamado la atención de los expertos, quienes creen que la falta de un diagnóstico adecuado de la enfermedad y el aumento de la obesidad probablemente aumentarán el número de personas afectadas en los próximos años. la posibilidad de un aumento. Otras enfermedades que afectan el metabolismo.
Pero hay buenas noticias. Esta causa de deterioro cognitivo se puede revertir con algunos ajustes en la vida diaria y la ayuda de algunos medicamentos.
más común de lo que parece
Un estudio publicado en The American Journal of Medicine a finales de junio encontró que la encefalopatía hepática puede ser más común de lo que se pensaba anteriormente.
Investigadores de la Virginia Commonwealth University y el Centro Médico de Asuntos de Veteranos de Richmond en EE. UU. analizaron datos recopilados de 68.807 pacientes diagnosticados con demencia entre 2009 y 2019.
Las pruebas para evaluar la salud del hígado (conocidas por las siglas FIB-4) revelaron que el 12,8% de estos individuos presentaban indicadores sugestivos de cirrosis y podrían estar padeciendo encefalopatía hepática.
Esta tasa es similar a la de otros estudios realizados por el mismo grupo de científicos. En un estudio de 177.000 veteranos estadounidenses, alrededor del 10% tuvo cambios indicativos de disfunción hepática.
“FIB-4 es una forma sencilla de determinar el riesgo de enfermedad hepática progresiva. Los pacientes que muestran cambios en esta prueba probablemente tengan cirrosis, que generalmente no presenta síntomas”, dice el Dr. Jasmohan Bajaj, uno de los investigadores. , explica: Autores del estudio.
“Y más de la mitad de los pacientes con cirrosis desarrollan algún tipo de encefalopatía hepática”, afirma.
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Pie de foto: Los síntomas de la encefalopatía hepática incluyen confusión mental.
Bajaj señala que estaba siguiendo casos de personas a las que se les había diagnosticado algún tipo de demencia (como la enfermedad de Alzheimer) o la enfermedad de Parkinson, pero que en realidad tenían problemas hepáticos.
En tales episodios bastaba con realizar el diagnóstico correcto e iniciar el tratamiento para la resolución completa de los síntomas neurológicos y cognitivos.
Para la doctora Sonia Brucchi, coordinadora del Grupo de Neurología Cognitivo Conductual del Hospital de São Paulo, sorprende el hecho de que expertos estadounidenses hayan encontrado cambios sugestivos de encefalopatía hepática en casi el 13% de los pacientes con demencia.
“Además, las pruebas de función hepática son fundamentales a la hora de investigar el deterioro cognitivo”, afirma.
hígado roto
El profesor Raimundo Paraná, hepatólogo de la Universidad Federal de Bahía, explica que la encefalopatía hepática es una intoxicación del cerebro por sustancias que deberían ser metabolizadas por el hígado.
También conviene recordar que el hígado es fundamental para el proceso digestivo y “degrada” o metaboliza elementos tóxicos que pueden dañar otras partes del cuerpo. Estas moléculas se desechan en la orina o las heces.
Cuando el hígado enferma o resulta dañado por virus (como los que causan la hepatitis B y C), exceso de grasa, alcohol u otras sustancias nocivas, deja de funcionar como se esperaba.
Como resultado, ciertas moléculas permanecen en el cuerpo que deben filtrarse y desecharse, llegando finalmente al cerebro y potencialmente perjudicando la atención, el razonamiento y la memoria.
“Hay casos en los que el flujo sanguíneo al hígado se altera. Como resultado, la sangre se desvía a otras zonas como el esófago o el estómago, evitando el tejido hepático y llegando al cerebro”, explica el profesor Paraná.
Los médicos destacan que si bien la encefalopatía hepática es una afección relativamente común, es algo difícil detectar casos asintomáticos, que pueden confundirse con otras enfermedades porque los síntomas son leves.
“En un caso típico de esta enfermedad, los familiares comienzan a notar que la persona presenta letargo y confusión, tiene ritmos de sueño alterados, pierde el control de esfínteres y sufre temblores en las manos”, dice el doctor Paraná List.
“Éstos son signos muy sugestivos de encefalopatía hepática”, añadió.
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Leyenda: Hay muchos factores que pueden dañar el hígado, desde virus hasta exceso de grasa.
El Dr. Bruecki sostiene que la encefalopatía hepática y la demencia “clásica” tienen síntomas completamente diferentes.
“La afección hepática es diferente a la demencia, que progresa más rápidamente y presenta síntomas crónicos con cambios progresivos en la función cognitiva que afectan la memoria, el lenguaje, la atención y la capacidad de razonamiento”, afirma.
La confusión entre las dos enfermedades ocurre con una afectación hepática más sutil. “Los pacientes pueden no presentar temblores ni disminución de reflejos, lo que dificulta el diagnóstico”, afirma el especialista.
En tales casos, existe un alto riesgo de ser diagnosticado erróneamente y recibir tratamiento, por ejemplo, para la enfermedad de Alzheimer.
Además de las pruebas para evaluar la salud de su hígado, el Dr. Paraná sugiere que su médico pueda recomendarle un electroencefalograma u otras pruebas de imágenes para evaluar la acumulación de ciertas sustancias en su sistema nervioso.
Cómo revertir el deterioro cognitivo
Es interesante pensar que la solución a las enfermedades que se originan en el hígado y afectan el funcionamiento del cerebro reside en una tercera parte del cuerpo: los intestinos.
En el caso de la encefalopatía hepática, una de las principales sustancias que “se escapa” y causa problemas en el sistema nervioso es el amoníaco, que es producido principalmente por bacterias que viven en el sistema digestivo, explica Paraná.
“Normalmente, el amoníaco se envía al hígado, donde finalmente se convierte en urea y se excreta a través de la orina”, dice.
En este grupo de pacientes, el exceso de amoníaco llega a la cabeza, volviendo el cerebro “tóxico” y provocando síntomas de confusión mental, temblores y letargo.
“El objetivo del tratamiento es, por tanto, evitar que el amoníaco llegue al cerebro”, resume Paraná.
Para ello, los expertos pueden apostar por varias estrategias diferentes.
En primer lugar, evita el estreñimiento. Esto se debe a que el estreñimiento estimula el crecimiento de bacterias productoras de amoníaco en los intestinos, y cuanto más amoníaco haya, mayor será la intoxicación cerebral.
La principal forma de evitar que esto suceda es utilizar ciertos laxantes que aseguren al menos dos deposiciones al día. Después de todo, millones de bacterias se desechan con las heces y se tiran por el desagüe.
“Los medicamentos como la lactulosa previenen el estreñimiento y crean un ambiente en el intestino que dificulta la absorción del amoníaco”, afirma el hepatólogo.
Si esta estrategia inicial falla, los médicos suelen recurrir a un medicamento llamado rifaximina, que controla la cantidad de bacterias en los intestinos.
Paraná también señala que los diuréticos utilizados para tratar la hipertensión arterial, por ejemplo, pueden estimular la producción de amoníaco en el organismo.
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Leyenda, la encefalopatía hepática comienza en el hígado, afecta el cerebro y su resolución depende del control de las bacterias en el intestino.
En estos pacientes, es posible que sea necesario ajustar la dosis o cambiar el ingrediente activo para evitar la encefalopatía hepática.
“También es importante evitar el uso de fármacos que se metabolizan en el hígado y buscar una dieta baja en proteínas”, añadió Brucki.
Todas estas medidas pueden incluso revertir los deterioros cognitivos asociados con la adicción al sistema nervioso.
“La mayoría de los pacientes con encefalopatía hepática responden bien al tratamiento, por lo que es esencial identificar a estos pacientes para que la afección no se confunda con demencia”, dice Bajaj.
Finalmente, el Estado de Paraná advierte que esta situación puede volverse cada vez más común debido a una serie de fenómenos que se han intensificado en los últimos años.
“A medida que nuestra población envejece, estamos viendo un aumento de enfermedades crónicas y degenerativas, algunas de las cuales afectan al hígado”, afirma.
“Además, el uso inadecuado de drogas, hierbas y medicamentos a base de hierbas, el abuso de alcohol, la transmisión de hepatitis viral, el aumento de la incidencia de enfermedades autoinmunes, la obesidad y el síndrome metabólico causan efectos en el hígado”.
Los hepatólogos destacan que algunas enfermedades que dañan el hígado no existen.
Por ejemplo, muchas personas no se dan cuenta de que tienen cirrosis y sólo muestran los primeros síntomas cuando la enfermedad ya se encuentra en una fase avanzada e irreversible.
“Es importante que cada paciente se realice pruebas básicas como análisis de sangre y ecografías para saber si hay alguna enfermedad en el hígado”, concluye.
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